Santa Cruz de la Sierra – Bolivia, Domingo 13, Marzo de 2005.
Por Claudia Siles (www.eldeber.com.bo)

Nació en Ecuador, pero tiene raíces alemanas y hace 18 años que vive en España. Es médico de profesión y un convencido de que el ser humano debe ser comprendido desde lo físico hasta lo espiritual. Está en Santa Cruz para hablar de la relación mente-cuerpo.

El título de sus seminarios resume la esencia de la medicina psicosomática: Cuando el alma calla, el cuerpo grita. En efecto, de eso se trata, de advertirle a la gente que sufrir en silencio puede provocar la aparición de una enfermedad. El concepto no es nuevo, pero Johannes Beckmann está dispuesto a capacitar a las personas, especialmente del área de la salud, para que puedan poner en práctica metodologías que ayudan a ver al paciente como un ser integral, en el que órganos y emociones no están desvinculados.


– ¿Cómo se inicia en esto de la medicina psicosomática? Soy médico graduado en España. Siempre he visto en el ser humano que toda dolencia física puede estar relacionada a experiencias distintas como dificultades en la vida familiar, de pareja, o con la pérdida de un ser querido. He observado que hay una lógica detrás de una dolencia física. Al terminar la carrera de medicina, me fui a profundizar en este campo.

– ¿Es acaso esto una especialidad? No. Ojalá nunca lo sea porque la medicina psicosomática debe ser algo que esté a la mano de todo médico. Ningún especialista puede permitirse el no saber llegar a su paciente. No por ser cardiólogo va a dejar de ver la parte emocional de una persona. No somos órganos andantes, somos una totalidad.

– ¿Cómo aplica ese concepto usted a diario? Atiendo consultas en medicina psicosomática y trabajo también en urgencias. En los dos lugares la aplico. Ese hombre que llega con un dolor precordial y al que luego se le diagnostica un infarto, tiene su historia. De igual forma con una persona que viene por migraña y que quiere descubrir cuál es el origen emocional de ese mal.

– ¿Qué cuesta más curar, las dolencias físicas o las emocionales? Las dolencias del cuerpo no están desvinculadas de la psique. Los órganos son una unidad funcional. Cualquier enfermedad orgánica tenemos que contemplarla a nivel de la psique también.

– Si el mal es emocional, ¿qué tratamiento recibe? La psicoterapia por excelencia, pero también la enfermedad orgánica tiene su psicoterapia porque frente a una persona con tendencia a una cardiopatía isquémica, por ejemplo, hay un trabajo largo, efectivo y muy profundo que hacer. Hay que hablar de un cambio en el estilo de vida. Es cuestión de disminuir el estrés y ciertos códigos de comportamiento que nos llevan a vivir deprimido en algunos órganos, como las coronarias. Aunque la dolencia parezca sólo orgánica, hay necesidad de una psicoterapia.

– En la práctica, ¿qué debe cambiar en la consulta de un médico que considera la medicina psicosomática? En la hoja que llenamos con los datos del paciente, incluyamos un pequeño apartado para preguntar sobre el estado emocional, la conducta del paciente respecto a determinados problemas de la vida. Por la experiencia que tengo, todo paciente que va con una dolencia física tiene problemas emocionales y tan pronto le tocas el punto, empieza a llorar. Si llegas a aquella ruptura, a aquel conflicto que le preocupa, empieza una catarsis que es el 50% del tratamiento.

-¿Cómo evitar que los problemas nos afecten al punto de poner en riesgo nuestra salud? Todo mundo tiene conflictos, pero una cosa es tragárselos y no comentarlos con nadie, vivirlos y sufrirlos en soledad. Otra cosa es abrir el corazón, contárselos a algún amigo, a un sacerdote, al psicólogo, a quien prefiera, con tal de abrir esa boquita, abrir ese corazón y vertir unas lágrimas. Se abre una rendija que salva a la persona.

-¿Qué anécdotas tiene en todo este tiempo de medicina psicosomática? Siempre recuerdo el caso de una mujer, como el de cientos otros, que fue a consulta con un tumor en el pecho. Su historia coincidía con la de una situación extrema, dramática. Todo su mal empezó luego que su hijo tuvo un accidente y estuvo entre la vida y la muerte. En el 90% de los casos hay una concordancia entre una situación traumática, una fractura de la vida emocional y los sucesos orgánicos.

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